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los amigos que uno se olvidò.

ahora que soy grande, destaco como importantes en mi vida un ramillete de personas. Algunas se fueron – no es necesaria la muerte, basta con un golpe de timón, cambias de trabajo, terminas la facultad, el otro se muda-, algunas siguen interrumpidamente o ininterrum – en tu vida. Pero a otras, que fueron muy cercanas se las lleva la hojarasca de un olvido a medias, las vas desestimando, caen.

Mi mejor amiga antes de los seis años, apenas la recuerdo vivia en el fondo de casa y sus padres se mudaron y de ahi en mas supe poco y nada. Maria Cristina era a diferencia de quien esto escribe, prolija y educada, un amor de niña. Cuando nos encontrábamos, después de la mudanza, jugábamos a la Chica de Cipol. No con una computadora, claro, eramos los personajes.

Después vinieron Beti y Stellita. Una en cada manzana. Beti tenia una cara redonda y Silvia (que hoy viene a cenar a casa y ni se acuerda un carajo) le decia cebolla. Stellita tenia hermanas grandes y una casa con mucha gente y un fondo con arboles donde jugabamos a que dos arboles eran un escenario. Me recuerdo «actuando» entre esos dos arboles y especialmente recuerdo una especie de tanque de cemento donde en verano, alguna vez me invitaron a bañarse. El primer cigarrillo de mi vida lo fumé en el colectivo escolar del padre de Stellita. Armamos unos cigarrillos con pasto seco y papel de diario y tragamos el humo. Debe ser por esa experiencia inaugural que nunca fui fumadora. Es la primera a la que le salieron pelos abajo y cuando lo contó, las otras la miramos con asombro.

La secundaria ¡cuanta gente que entra y sale de tu vida! Fui a tres secundarias -no quiero entrar en detalle, pero digo en mi favor que era buena alumna- y en tercer año mis mejores amigos eran tres varones: uno era Sergio, el otro Gustavo y uno mas del que a pesar de que quiero, no recuerdo el nombre: tenia la característica de vivir con la madre y la abuela y eso lo hacia medio mamero. Gustavo era el unico amigo con padres divorciados y Sergio era un genio. Después, ese año, Sergio y Gustavo repitieron y yo me fui de la escuela

Podría seguir así. Tengo cincuenta y ocho años y esos son muchos años. Muchos trabajos, mucha vida vida. (Vida dos veces) No celebro en este humilde post a los amigos que me acompañan, de los que tengo fotos, a aquellos que estan al alcance de un mail o de un mensaje de texto, de un telefonazo oportuno. Saludo a los olvidados, a aquellos que ya no son nada para mi, y sin embargo, me dejaron llena de muescas ¿que portarè de ellos sin saberlo? El afecto  es como un cincel. Las marcas son para siempre

6 respuestas a “los amigos que uno se olvidò.

  1. Los hechos, la situaciones silenciosas son a veces más significativas en nuestra vida que las que producen sonidos. Nos puede llegar directamente al alma, por ejemplo, una sonrisa una mirada de alguien que fugazmente pasa a nuestro lado silenciosamente.
    El nacimiento de una flor no tiene sonido. Ver ese árbol puede inducir a pensar en la muerte del vegetal, tanto como la vida que logró desde la semilla y la sombra que prodigó. La fotosíntesis que produjo en él y por él, el sol con su regalo el oxígeno. Los pájaros que alguna vez cobijó, ,y más, y más ideas…

si un arbol cae en el bosque y nadie lo escucha no hay sonido.Comentame que me gusta