Los oomentadores de este blog,¡ que digo comentadores!, muchos son amigos, aunque -ya lo sabemos- amigos de internet que si cuadra tu velorio se van a enterar tarde y mal, amigos de estos tiempos, sin embargo. Casi todos peronistas.
Digo peronistas pero podría decir simplemente militantes. Algunos militantes desde la cuna como Marcela, Pipo, o tal vez Mario. Otros comoel Sudaka o Ricardo, mas jovenes, que en los setenta todavia ni gateaban. Daniel que fue al peronismo kirchnerista sin demasiada vocación de peronista y sin embargo hace el aguante populista con firmeza y rigor. La amiga que me lleva a pasear al facebook, que supo enarbolar el sucio trapo rojo y es tan hermosa: la Grace. Diego que nunca voy a saber si es peronista o tal vez devoto consagrado a Lovecraft. Enrique, el único cordobés bueno, que seguro que como yo es mas progre que peruca y eso no es hablar mal de nadie, porque quien dice la verdad no miente. Y también el chico rojo Jonatan que casi no viene por el blog- al igual que Pablo Libre- pero que reconocí sin dudar en la marcha del 24 de marzo. Y Iris, Calito, Humberto de la optica, y Daniel de Mataderos, y el chaqueño del sombrero con todas seguidoras mujeres, y siguen las firmas: uds. saben.
Todos gente de fe. Son mis amigos de blog: gente que tiene fe, en la política, en que la tortilla se vuelva, por ej. Que se ha tragado tantos sapos… que festeja cuando se puede, que critica lo criticable, que masculla amarguras, que se alegra.
Hay un poema de Mario Trejo que celebra la alegría y la tristeza de ser peronista, y yo lo hago extensivo a todos mis amigos militantes, de cualquier origen y sin embargo hoy todos kirchneristas. No crean que soy una gran militante, no me voy a dar infulas, y menos peronistas, pero dime con quien andas.
Es el regalo de elnosoyloquedeberia para la navidad a los amigos de blog. Piensen que podría haber agarrado un arbolito de navidad y haber puesto ¡¡¡felicidades!!! y que no lo hice. Valorenlo, putos.
A UN PERONISTA
Este hombre conocía todos los amaneceres del mundo.
La cara recién afeitada rumbo al trabajo
el paso miserable y caviloso
del borracho que volvía.
En esos límites había visto
el brillo fugaz e inatacable
del cuchillo que se hunde en la ingle.
Había visto correr la sangre lúcida y espesa
chupada por la ropa.
Conoció la bravura y el miedo
la debilidad que te aprieta el estómago
y el odio en los ojos abiertos y ciegos.
Este hombre creyó porque lo necesitaba.
Creyó creer porque el país se lo reclamaba.
Este hombre fue convocado por banderas y bombos
y también fue a gritar sin que lo llamaran
atravesando un diluvio.
Respiraba la ilusión de su libertad
y ante sus ganas todos los espacios se hacían cívicos.
Resistió en plazas y aeropuertos y le tocó ver y sufrir
una matanza colectiva en un día que él soñó feliz.
Volvió a atravesar el barro y la lluvia
soportó días y noches sin dormir
siempre bajo la lluvia para decirle adiós a Evita y al Viejo.
Este hombre tiene derecho a estar equivocado.
Este hombre tiene todos los deberes de quien se ha equivocado.
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Mario Trejo “El uso de la palabra. Antología personal”, Ediciones Colihue, 2004